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A la cobardía

Llegó a su fin el vino

partido por las campanas,

a lo largo de un sendero

de soles volando sin rumbo.

 

Solo faltó algún duende de pozos

con orillas de cristales, va

y señala la mariposa los

rostros tímidos, conciencias atadas.

 

Que sabia has sido, con silencios de muro,

tomaste retratos que llevas a rastras,

balanceas la justicia que se acicala en tu miedo.

 

Eres fusil, de impúdicos gritos, silencios manchados.

Eres liebre, llevas el escondite en la piel de tus ojos.

 

Cada hijo partido, será sentencia

a tus grietas, que se levantan tocando

las venas de los justos en maraña.

 

Salve oh cobardía, en tus hijos;

la madera es tu secreto endurecido en las mitades de mi lástima