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Amasando besos, en descalzos ríos
que atraviesan la flor, hasta el costado
de un higo llevando en brazos su manto,
nuestro manto;
cuando el cuerpo se abre, y brota
pequeñitas luciérnagas, acicalan la hoja,
y se mese, llama al jaguar, se levanta en
alias frentes.
Tenemos manchas naranjas en nuestras
pieles,
pasado de lanza, trigo trovador,
semblantes;
peces correteando el vino que se escapa
del eclipse, siembran ventanas en la
montaña,
palmean el hombro humilde, estallidos
sobre las estrellas.
Cuando el último trago es un beso,
pero cauteloso se viste de almidones;
cuando el saco se agrieta, algarabías del
campo;
cuando el amor nos alimenta al niño
con carrozas de pinturas, lienzo de
tiempo.
Es cuando se aprieta fuerte debajo del
labio,
cuando alzamos la luna, amasando besos,
es cuando descalzos ríos,
son caminos profetizados en las camas, en
los cuartos.
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