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Soy el hijo de la tierra en erupción
que me ha dado el génesis infinito,
tomando con ansia el brillo
que arrincona la muerte al mito.
Soy rio, viento y montaña,
madruga la vida con tal de observarme,
y ayudo a la muerte a cumplir sus anhelos.
Soy aquel que menta los dioses
caídos y envueltos en el altar de poder,
pero aun así, ese soy yo, convertido en
ciervo.
En bruma de arbustos y cestos,
desnudo y sincero,
ballestas de un quiero
con flechas de acero.
Cabalgando tiempos,
amasando el verbo,
montañas y lienzos,
ese soy yo, figurando huertos.
Soy el final del grito
que se ha transformado en cuerpo,
soy guerra y poesía
que se convierte en polvo, y vuela
nuevamente al cielo.
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