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Carta inconclusa de un náufrago
Un día de agosto de algún año que continúa su camino

Ha pasado más de un ciclo ya, cientos de días cuando la tormenta arreció, y la elíptica distancia astral siguió su paso, y yo aún en estas aguas confusas, en extravío, con un navegar difuso e incoherente.

Lo primero a explicar es como llegué hasta aquí, es sorprendente que, a pesar del retumbo entre las nubes, y el viento más duro que arremete, tengamos algunos la incapacidad de ver, una ceguera que a la larga se romperá inevitablemente y que cuando eso suceda ya la tempestad estará encima. Mis nubes se fueron acumulando y cada una tenía su propio nombre, una se llamaba orgullo, la otra soberbia y la tercera intolerancia. Estas tres nubes que rondaban en mi cabeza, aseguraban mi ceguera. Cuando la tormenta se hizo sentir en el espacio de un abrazo, hizo retumbar mi alma, rompió mi mente y vació por completo lo que falsamente mis 3 nubes llenaban de únicamente aire. Me tomo mucho tiempo darme cuenta, después de muchas mareas, de chochar con piedras, del agotador sol ardiendo en mi piel vencida, que bastaban solo 10 minutos, tan solo ese tiempo para que las tormentas se disiparan, solo 10 minutos, en donde el silencio y respeto para escuchar, el hacer una pausa y analizar, y, por último, tomar de la mano y conversar sin reaccionar, con vos tranquila, mirando fijamente a los ojos y terminar con un beso y un abrazo, debían de ser la forma de mi proceder. Bastaban solo 10 minutos, pero algo tan simple, a veces cuesta tanto poder entenderlo.

Cuando los vientos se alejaron, cuando la rayería me dio tregua, terminé en esta pequeña balsa, con ella voy cada día recorriendo un poco más de estas aguas, a veces las grietas de las paredes se contraen y sangran, los días se convierten en perjurio y la vida se convierte en una obra de Vasili Kandinski. Pero otros días navegamos sobre aguas calmas y nacen algunos versos albatros luchando, buscando salir de mis yemas agotadas. Buscando que el racionamiento espiritual sea una temporalidad.

Llevo a pesar de tanto tiempo, un grupo de preguntas que no he encontrado en este camino como se contestan, he llegado a pensar que quizás simplemente no tengan ninguna respuesta.

Los primeros días en mi naufragio llené las paredes de mi barca con muchas palabras de un idioma que nació acunado en nuestros labios, está compuesto de unas cuantas palabras, pero todas ellas llenas de frases de amor secretas al mundo, solo para nuestros oídos ansiosos de palabras dulces, códigos cómplices que se dibujaban solo en nuestros labios. Aún en las paredes de la barca pueden leerse, de cuando en cuando tomo algún crayón y las repinto, y les voy cambiando de colores para que sea este mi cuarto un espacio lleno de colores.

Han pasado más de 400 días, y yo aún la recuerdo, cada día, no ha pasado uno sin que su imagen no esté, al sonar del oleaje, en el reflejo de las cosas, en el vuelo del pájaro, en el cantar del viento, en todo está presente. Creo que es bastante tonto no, a pesar de tanto tiempo, aún le extrañe tanto. Tonto y patético supongo.

Hay noches en las que me acompañan algunas melodías y canciones que me hacen estremecer y en las aguas donde se refleja la luna me veo otra vez con ella, abrazados danzando con Janis Joplin y su Summertime llenando el espacio, así paso horas, sujetando su cintura, sintiendo su cuerpo, llenándome de su olor, ese olor al caribe, nuestro caribe de caminatas, lluvias y bicicletas, nuestro caribe.

Las vertientes de su cuerpo, su aliento frutal que llenaba mis pulmones, su contorno terso, el paisaje que llenaba mis manos. ¿Cómo se olvida eso? La profecía de su carne. ¿Cómo?

Llevo un mantra encarnado en mi alma, algunas madrugadas en las que estoy despierto viendo al cielo lo repito, mi mantra de 3 frases; se las decía cuando nuestros cuerpos eran uno y susurrándose lo al oído con mi vos agitada le decía “Te amo, Te adoro, Sos el amor de mi vida”, ese es, mi mantra encarnado en el alma.

Es extraño mi naufragio, porque a pesar de todo lleva un rumbo definido, no se hacia dónde me lleva, por lo menos aún no lo sé, solo sé que continua en una dirección fija, inmutable, muy despacio. Y por donde vamos pasando, vamos descubriendo miles de nuevas cosas, todo aquello que en el algún momento por mis 3 nubes y ceguera no me deje verlas, ahora las contemplo, las disfruto, he aprendido a dejarme vivir y no negarme ni un instante, por eso mi barca tiene nombre, yo le llamo Carpe Diem, Carpy en su forma más íntima.

Carpy en algún momento pasó por un espacio lleno de peces y algas, y un grupo de ellas me pareció unas flores de girasol, y donde yo mire un girasol ahí esta ella, esa que donde estuviera era mi hogar. You made me so very happy de Blood, Sweat & Tears a veces suena mientras bandadas de peces de infinitos colores danzan mientras continúo navegando.

¿Cuánto falta en esta ruta desconocida de mi naufragio? ¿Cuál es el final de esta larga distancia?

No sé la respuesta, solo sé que conforme el avance las aguas han sufrido cambios de colores, las temperaturas de las noches se transforman y los amaneceres se van diferenciado con el pasar del tiempo. Ella fue luz a mi lado, llenándome de alegrías, paz y enseñanzas; hoy es luz, aunque no está, me dejó tanta alegría y tantas nuevas enseñanzas que acepto, me costó tiempo comprenderlas. ¿Quisiera que mi naufragio llegase nuevamente a puerto junto a ella? Por supuesto, que más podría desear que eso, aunque sé que es simplemente un sueño.

Se me escapan muchas cosas por decir, lo sé porque mis recuerdos hermosos son muchos y bastos, lo sé porque de mi alma emergieron vivos cientos de poemas en su nombre, porque su imagen llenaba mi alma, momentos divertidos, apasionados, momentos de lucha, pasteles de media noche, robos de flores en cualquier lado, mirarla al dormir, algo que adoraba. Se me escapan muchas porque siempre fueron más que cualquier otra cosa.

Hoy, un día de agosto de algún año que continúa su camino, sigo mi naufragio, con muchas lecciones aprendidas, nueva conciencia y abierto a brazos. Aún llevo su recuerdo cada día, guardo un anhelo por su abrazo. Pero ya vendrá en algún momento el término de mi andar lento entre estas aguas en las que voy transitando.